LA PRINCESA GALIANA Y CARLO MAGNO

Una de las leyendas más populares de Toledo, ocurrió en lo que fuera este convento allá por el siglo VIII, Los Palacios de Galiana, y que llevaron su nombre, gracias a la protagonista de esta historia de amor. No es otra que la de la PRINCESA GALIANA y CARLOMAGNO.

Galiana era una bellísima princesa mora de piel morena, cabellos y ojos negros, y educada de forma exquisita en la literatura, la música y la pintura. Su belleza era muy popular en otros reinos y dejaba perplejo a todo hombre que la miraba.

Su padre, el Rey Galafre, tenía prometida a su bella hija con Albenzaide, un corpulento guerrero musulmán que era gobernador de la zona de Guadalajara, Cuenca y Teruel. Albenzaide, no era del agrado de la princesa, ya que este era tosco en sus formas, con bastante más edad, y muy poco elegante en las formas.

Un día, vino como huésped del Rey Galafre, un joven apuesto con una misión que le había encargado su padre el rey de Francia, PIPINIO el Breve.  Aquel joven, también príncipe de nombre Carlos, no era otro que el que con los años se convirtiera en CARLOMAGNO, Emperador del Sacro Imperio Romano y Rey de los Francos.

No tardó en quedar prendado de la belleza y dulzura de la princesa, a la que confesó, que había venido movido por la fama de su hermosura.

El flechazo entre ambos fue tan grande, que GALIANA, fue también atraída por el guapo y aguerrido príncipe cristiano. No tardó en anidar el amor entre ambos.

A los pocos días, vino Albenzaide con el único propósito de escuchar de GALIANA y el Rey Galafre, la fecha del casamiento entre ambos.

Cuando Albenzaide quiso ver a GALIANA, esta envió a su esclava Geloria, quien le comunicó que su ama ya no quería volverle a ver, y que no volviera a molestarla ni visitarla.

Paralizado y sorprendido el arrogante Albenzaide, fue a mostrar su malestar y sus quejas al Rey Galafre. Tras estas, montó en su caballo, y dando un fuerte grito de rabia salió con su lugarteniente Hassan camino de Guadalajara y jurando venganza.

El rey se encontró con dos peticiones de boda para su hija  y con un gran dilema. Por una parte, CARLOMAGNO, hijo del poderoso rey de Francia,  y por otro, la unión con Albenzaide le abría la posibilidad de agrandar el reino de Toledo y evitar problemas fronterizos.

Consultando con sus muftíes y con las leyes antiguas, decidió que la mejor y más justa opción, era que se batieran a duelo y quien ganase conseguiría la mano de la princesa.

En un terreno a las afueras de Toledo, y una calurosa mañana de julio, se dispuso una tribuna donde albergara al rey, la princesa y parte de la corte. Los Toledanos llenaron los campos desde muy tempranas horas, ya que no querían perderse tan popular y morboso acontecimiento.  El joven francés, en muy poco tiempo se había ganado la simpatía y admiración  de la población, que sabía que era a quien amaba GALIANA, muy querida entre los toledanos. Por otra parte, Albenzaide era muy detestado por su arrogancia, crueldad y desagradable carácter.

Subieron a la tribuna padre e hija, ella reflejaba nerviosismo  y terror por la posible muerte de su amado. Galafre, que conocía la inclinación de su hija, también estaba preocupado por la situación.

Todo preparado y con los dos adversarios frente a frente sobre sus corceles y luciendo sus mejores armaduras. A la señal de Galafre, comenzó el duelo. El primer choque fue brutal, las lanzas partidas, caballos y caballeros en el suelo y una tremenda polvareda que según se iba disipando, dejaba ver a uno de los Caballeros puesto en pie, con la mano levantada y con su espada mirando al cielo. La ovación de la multitud que al mismo tiempo coreaba el nombre de Carlos, hizo a GALIANA que tenía los ojos tapados con sus manos, saber que el vencedor había sido su amado CARLOMAGNO, mientras Abenzaide, permanecía muerto en el suelo de un certero golpe con su espada en el corazón.

Pocos días después, partieron hacia Francia con el obispo Cixila, para bautizar al cristianismo a GALIANA y así poder celebrar su matrimonio con CARLOMAGNO en territorio francés.

Se cree, que no llegaron a casarse porque no fue aceptada entre los franceses por ser musulmana, y si lo estuvo, a su muerte fue quitada del linaje real. Algo que ya pasó con Isabel I de Castilla, mujer de Alfonso VI. CARLOMAGNO estuvo casado en 5 ocasiones más.

Como anécdota, se dice que se le llama “senda Galiana”, al camino que tomaba Abenzaide para llegar a Toledo a ver a la princesa. Hay otra versión que habla del camino que llevó a Francia desde Toledo a CARLOMAGNO y GALIANA.

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