Sin duda, uno de los personajes más relevantes del edificio que hoy ocupa el Museo Cromática, es Santa Beatriz de Silva, fundadora de la orden de la Inmaculada Concepción.
La hermosa Beatriz, era hija de nobles portugueses y llegó a Castilla en 1447 acompañando como doncella a Isabel de Portugal, que venía desde el país vecino para contraer matrimonio con el rey de Castilla Juan II.
Como era normal en cualquier corte, las intrigas y engaños se sucedían entre los seguidores de Juan II y los que deseaban la abdicación en favor de su hijo Enrique. En este ambiente, no era difícil que crecieran las envidias y celos y, que el palacio se convirtiera en un mentidero de habladurías y chismes que alcanzaron a la misma Beatriz, a la que algunos la relacionaban como amante del Rey.
Enterada la reina Isabel de Portugal de estos comentarios, fue cambiando su simpatía hacia Beatriz a la que tenía como amiga y persona de confianza, hasta llegar al punto de odiarla. Un día, la reina encerró a Beatriz en un cofre durante 3 días, en ese tiempo, atrapada en el cofre sin apenas espacio, luz, agua ni comida. Ella, por no descubrir este desacierto de su señora, no se atrevió a dar voces ni pedir auxilio ninguno. En aquella situación tan extrema y angustiosa, la Virgen se le apareció para indicarla que sería liberada. A raíz de aquella visión, la joven Beatriz decidió ofrecer su virginidad a María y consagrarle su vida.