CASILDA, que en árabe significa “aquella que canta con alegría” era una princesa mora nacida sobre 1050 en los palacios de Galiana en Toledo. Hija de AL-MAMUM, Emir de la Taifa de Toledo y Cordoba, y quien hizo las obras más importantes de estos palacios.
Desde muy joven, fue instruida al Corán hasta aprenderlo de memoria. Se cree que su madre era Cristiana e instruida por importantes sabios toledanos, lo que le provocó grandes dudas religiosas.
La historia cuenta, que Casilda llevaba a escondidas de su padre trozos de pan que recogía en las cocinas de palacio, a los presos cristianos que tenían en las mazmorras del Alcazar. Un día, llegó a oídos del rey dichos actos que ya se habían hecho populares entre los cristianos y fue a la busca de su hija para descubrirla. Se cruzó con ella y el rey le preguntó, que hacía ahí y que llevaba en el regazo de su vestido. Casilda, respondió con voz temblorosa y dubitativa, que llevaba unas rosas que venía de recoger de los jardines. El padre, al ver a su hija tan nerviosa, le pidió que se las enseñara. Tal fue la sorpresa, cuando vio que los mendrugos de pan se habían convertido en rosas.
Aquel día, decidió que su vida iría unida al cristianismo.
Años después, Casilda enfermó gravemente de una enfermedad que los médicos del Rey no encontraban cura alguna. Por medio de uno de los presos cristianos, le dijo que la única solución era que se bañase en los lagos milagrosos de San Vicente, cerca de Briesca en la provincia de Burgos.
Con el permiso de su padre y con la autorización del rey de Castilla, Fernando I, partió hacia tierras burgalesas con una comitiva real. Al llegar a dichos lagos y tomar el primer baño, sanó de inmediato y su mal desapareció para siempre.
Tras aquello, Casilda se bautizó al cristianismo, dio sus bienes a los pobres y a las parroquias cercanas y, decidió pasar el resto de sus días dedicados a la oración y la penitencia en favor de los más necesitados. Nunca más regresó a Toledo.