Doña Urraca fue la primera mujer reina no consorte de la historia y coronada en este lugar cuando fueron los Palacios de Galiana.
Hija de Alfonso VI y Constanza de Borgoña, nace en 1081 en León.
Como Alfonso VI tenía como objetivo engendrar un hijo varón, el destino de Doña Urraca fue casarla con alguien notable.
Con 6 años ya la prometieron en matrimonio con su primo hermano Raimundo de Borgoña, a los que casaron en 1091 cuando Urraca apenas contaba con 10 años, pero vivió con Don Pedro Asures, su preceptor, hasta que tuvo edad suficiente para concebir hijos.
Mientras tanto, su padre Alfonso VI tiene por fin su primer hijo varón, el infante Don Sancho, fruto de su amor con la princesa mora Zaida, bautizada al cristianismo como Isabel, por lo que la sucesión del trono recae sobre él.
En 1107 Urraca queda viuda, su marido muere víctima de la disentería y esta permanece viuda sin ganas de volver a casarse.
En 1108 en la batalla de Uclés, muere el infante Don Sancho con 14 años de edad. Meses más tarde, Alfonso VI enfermo y triste, llama a Doña Urraca a Toledo y la pide que asuma el trono de Castilla y León, siendo la primera mujer que ejerció el papel de reina propietaria en España.
Pero fue condición para su reinado que volviese a casarse con el rey de Aragón y Navarra Alfonso I “El batallador”, el que también era su primo.
Entre ambos personajes de gran personalidad y acostumbrados a mandar, aparece una mala relación con terribles episodios. Fueron cinco años de peleas constantes entre ellos, llegando incluso a los malos tratos, insultos y vejaciones. En una de estas ocasiones en Huesca, Urraca I decidió liberar a un grupo de nobles musulmanes cautivos por Alfonso I a cambio de un rescate, esto desató la ira de su esposo y ambos se pelearon llevando a Urraca las de perder a pesar de tener fama de que no se amilanaba. Tras una gran paliza, Alfonso I la mando encerrar en Aragón, y tuvo que recurrir a sus leales para que la rescataran.