Una de las historias de amor más sorprendentes del siglo XI, fue la que protagonizaron ZAIDA y ALFONSO VI.
Hija del Emir de Denia, Zaira era una bellísima princesa mora, educada de forma exquisita y refinada para ser esposa de AL-MAMUN , Emir de las taifas de Toledo y Córdoba, con quien casó siendo apenas una niña.
Tras la muerte de AL-MAMUM envenenado en Cordoba en 1075, Zaida y parte de su corte, huyen a Sevilla para pedir protección a su suegro el Emir AL-MUTAMID, tras haber caído Córdoba en manos de los Almorávides.
Años después, fue el Emir de Sevilla quien se vio acechado por los Almorávides, pidiendo ayuda militar a ALFONSO VI para evitar que el reino de Sevilla cayera en manos de los radicales islamistas. A cambio, envió a ZAIDA con la dote más importante de la historia de España que albergaba una cantidad importante de ciudades y fortalezas militares.
Cuenca, Uclés, Alarcón, Huete, Mora, Ocaña y Consuegra, eran todo un suculento donativo para las arcas del reino castellano-leonés, pero sobre todo, la belleza de ZAIDA, viuda de su buen amigo AL-MAMUM, de la que había oído hablar de sus muchas virtudes, tanto por su gran belleza como por su exquisita cultura.
No tardó el rey Alfonso en aceptar la propuesta, y en 1091, Zaida llega a los Palacios de Galiana en Toledo donde no tardaron en quedar prendados el uno del otro.
Al estar Alfonso casado con Constanza de Borgoña, Zaida pasó a ser concubina del rey, y en 1094 le da a Alfonso lo que siempre quiso y ninguna de sus esposas le habían dado, un hijo Varón, el infante SANCHO ALFONSÉ.